«Qué alegría tras hora y media de caminata, junto a las primorosas huertas ribereñas, viendo los hortelanos afanarse sus primorosos cultivos de repollos y lechugas, llegar a la finca y contemplar su porte renacentista hermosead por una adecuada reforma, escuchando el sonido musical del agua bajo la acenia y visitar le oratorio convertido en un pequeño museo donde se revivan los versos y las escenas de la vida del maestro.”